Siempre queda una esperanza

Jesús, un joven e inquieto fumigador que sufre una curiosa enfermedad mental, no puede evitar que se le «peguen» las personalidades de los demás. Y cuando un famoso director de cine le encarga la fumigación de su vivienda, este se las arregla para citarse con una prostituta a la que ha hecho creer que es el dueño de la casa, pero su farsa se desmorona cuando su cliente se presenta de forma inesperada. Para conseguir curarse, Jesús está dispuesto a someterse a los poco ortodoxos métodos de su psiquiatra. Pero sus terapias no surten el efecto esperado y al realizar una fumigación en el vestuario de una comisaría, la vuelve a liar al hacerse pasar por un policía. Pero esa transformación resulta más arriesgada de lo que esperaba y se ve obligado a enfrentarse a tiros con unos peligrosos atracadores. Por suerte le acompaña Sonia, una agente con muchos recursos que parece no tener miedo a nada. ¿Cuánto tiempo hace que no te ríes leyendo? Esta comedía posee un ritmo tan trepidante que no dejarás de sonreír desde la primera hasta la última página.